jueves, 16 de abril de 2015

La Recta Intención I El Óctuple Sendero


La Recta Intención

El segundo paso del Noble Óctuple Sendero es la recta intención. La recta intención viene de la vision correcta. Si hay una falsa opinión o visión sobre las cosas, evidentemente le seguirá una falsa intención. Por eso es tan importante tener cuidado con
respecto a nuestras opiniones. Todas nuestras opiniones están contaminadas por la ilusión del ego. Vemos las cosas desde la perspectiva de "yo estoy mirando" y por lo tanto incluso las opiniones que evidentemente no son falsas en sentido humano, sí lo son en sentido espiritual y liberador. No obstante hemos de comenzar desde donde nos encontramos. Es inútil esperar hasta el día en que nos llegue un conocimiento más profundo. De todos modos no llegará como no trabajemos para conseguirlo.

La paz y la felicidad no son nuestro patrimonio. Los que las han ganado, lo han hecho por medio de un esfuerzo constante. Este esfuerzo está dirigido a fijar correctamente las propias opiniones para que la intención llegue a ser la correcta. La correcta opinión y la correcta intención integran el apartado de sabiduría del sendero.

Antes de que el Buda alcanzará la iluminación, cuando todavía era un bodhisattva, observó sus momentos mentales con detenimiento y percibió que cuando tenía pensamientos de malevolencia, pensamientos de crueldad o deseo, éstos actuaban en su propio detrimento. Cuando tenía pensamiento de renuncia, de amor incondicional, de compasión e inocencia, éstos actuaban en su propio beneficio. Al haber entrenado suficientemente su mente, era capaz pues de abandonar los pensamientos dañinos.

Hay, pues tres aspectos en la Recta Intención: la Renuncia, el Amor Incondicional y la Compasión.

LA RENUNCIA
 
La renunciación no se puede conseguir con sabios pensamientos solo, ni con la represión, ninguno de éstos sirve. Tiene que conseguirse con la recta visión de que el deseo causa siempre sufrimiento. Si podemos sentir realmente eso en nosotros, naturalmente querremos entonces renunciar al deseo que haya surgido. Lo haremos con satisfacción, con alegría, sintiendo alivio auténtico de haber abandonado el sufrimiento y los problemas.

El deseo siempre causa sufrimiento porque sólo surge cuando hay algo que falta y que queremos. Es igual que se trate de comida o de la iluminación. Es algo que no tenemos, así que lo deseamos y sentimos su falta como dolor. Después, si no podemos obtener lo que deseamos sentimos frustración, resentimiento, pesar y tristeza. Es evidente que sufrimos al no obtener lo que deseamos. Si hemos satisfecho un deseo determinado también nos trastorna, porque por experiencias anteriores sabemos que no puede durar la satisfacción. Nos preocupa cómo alargar el placer. La preocupación es sufrimiento, y si el placer no dura hay sufrimiento de nuevo.

Tratar de hacer durar algo produce miedo y tensión. Tenemos miedo a perder a determinadas personas, situaciones, posesiones y sensaciones. Tambien está el miedo a no obtenerlas cuando las queremos como el que surge despues de una buena meditación: "Oh, ¿no es maravilloso? ¡Se ha terminado! ¿Qué voy a hacer ahora?". El sufrimiento ha surgido porque cualquier deseo lo lleva como característica propia. Sólo cuando reconozcamos esto en nosotros mismos seremos capaces de empezar a renunciar. Nuestro apego a las personas y cosas que queremos conservar es el que nos produce el sufrimiento. Sólo dolor y problemas hasta que termina la vida. Hasta que no reconozcamos esto no seremos capaces de abandonarlo.

La renuncia comienza cuando nos deshacemos de algo sabiendo que le tenemos real apego. Si podemos hacerlo contentos, sin apretar los dientes ni cerrar los ojos para no ver lo que está ocurriendo sino con alegría, entonces hemos visto el peligro del aferramiento.

Más importante que abandonar cosas es abandonar los puntos de vista y las opiniones sobre nosotros mismos y el mundo, y sobre todo cómo debería actuar y reaccionar otra gente, especialmente la mas cercana. Todo esto es sufrimiento, estar ligados al deseo de tener y poseer.

Existe también el deso de "ser", ser amado por ejemplo. O ser esposa y madre, o ser famoso y apreciado. Cualquier deseo causa sufrimiento y nos impide estar contentos y tranquilos. Otro deseo que nos causa sufrimiento es querer ser diferentes a como somos. Trabajar y cambiarse poco a poco así mismos es otra cosa. Pero los deseos de la mentes se deben a sentir un vacío, una carencia, algo que falta. Eso es doloroso. Sólo la renuncia puede mitigar ese dolor. Pero nosotros tratamos siempre de responder a ese dolor intentando obtener lo que deseamos. Esto jamás ha matado el dolor porque cuando no se renuncia al deseo, éste nos recuerda el dolor constantemente.

La renunciación sirve de base a la recta intención. El amor, la compasión, no ser nocivos para otros seres y la comprensión de la verdad del sufrimiento conforman la recta intención. 


EL AMOR INCONDICIONAL Y LA COMPASIÓN

Las Cuatro Nobles Verdades están estrechamente vinculadas entre sí porque llegan hasta el fondo de nuestra psique. Cuando comprendemos correctamente, podemos actuar con habilidad. El sufrimiento que tenemos todos nostoros se manifiesta innumerables veces en todos los seres.

Cuando miramos a un pájaro, por ejemplo, en vez de pensar qué maravillosas plumas tiene y qué melodioso es su canto, cómo puede volar por el aire sin ninguna dificultad e ir a donde quiera, examinadlo más detenidamente. El pájaro esta mirando continuamente alrededor, moviendo su cabeza a derecha e izquierda por temor a que otro animal lo ataque a él o a su nido. En otras ocasiones el instinto de apareameinto empieza a manifestarse. Luego pone de relieve el deseo de supervivencia con una búsqueda constante de comida. Y este es sólo un ser vivo entre otros muchos.

Mirad a otras personas y observad sus caras. No necesitan decir nada. Y luego observaos a vosotros mismos. El Buda aconsejó que llegáramos a conocer nuestro mundo interior y exterior. Esto requiere atención, estar despiertos y conscientes.Si vemos el sufrimiento en todos los seres vivos con los que entramos en contacto,  podremos asumir sin ninguna duda que esto también es verdad, sin excepción, para todo el resto de los seres vivos. Mientras nuestras mentes no se impregnen de esto, no florecerán el amor y la compasión. Siempre habrá en el fondo de nuestras mentes alguna objeción. "Sí. Yo la podría querer si no hablara así, o reaccionara así" O, "Podría tenerle compasión, pero ella misma se lo ha buscado". No importa nada de eso. El sufrimiento es común a todos nosotros y, a menos que lo comprendamos así, el amor y la compasión sólo aparecerán a veces. Cuando las cosas salen bien podemos practicarlos. Cuando surgen dificultades, no podemos. La recta intención significa estar siempre alerta para actuar y reaccionar con habilidad. Esto no debe depender de que nos encontremos bien, o de que la persona esté actuando de un modo que podemos tolerar, o de si se ha salido del límite.

La recta intención podemos establecerla en nosotros mismos por medio de la sabiduría y la visión interior. Ella será la base de nuestras intenciones. Las intenciones están surgiendo constantemente con cada acción y reacción, así es como generaramos el karma.

Un aspecto interesante de las intenciones es que son como un iceberg: un tercio fuera del agua, dos tercios dentro del agua. Sólo podemos ver sus puntas.Damos algo y vemos la generosidad pero, ¿hemos examinado la intención al fondo de esa generosidad?. Para conocernos a nosotros mismos hemos de investigar profundidades desconocidas. Tenemos muchas hendiduras ocultas en nuestro interior. No nos gusta mirar porque nos encontramos con aspectos nuestros poco agradables. Pero por eso somos seres humanos, de otro modo habríamos ido a parar al reino de los devas. También deberiamos reconocer nuestros errores. Sólo podemos limpiar aquello que hemos sacado a la luz para mirarlo.A menos que quitemos la alfombra no podemos limpiar la suciedad que tiene debajo El Buda comparó nuestras impurezas al heno húmedo. Si se conserva en un pajar cerrado, se pudrirá. Pero si se deja que le dé la luz del sol, se secará pronto  y se convertirá en buen forraje. Miremos las grietas ocultas y examinémos detenidamente nuestras intenciones.

Fuente: Ayya Khema "Siendo nadie, yendo a ninguna parte"

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